#Do you want me?

Si, todo en orden por aquí, ¿por qué no dejas la llamadera? – Se lamentó el homúnculo, expresando su molestia con un tono desaprobatorio bastante marcado hacia el personaje que se encontraba al otro lado de la línea. Hacía ya un tiempo que no paraban esas llamadas de verificación por parte de los otros homúnculos, cabía mencionar incluso que él no gustaba de toda esa hermandad entre la especie de muertos vivientes, pero ir contra el Padre no era buena idea, incluso para un homúnculo tan especializado en combate como lo era él.

Colgó la llamada antes de siquiera darle oportunidad de responder a su emitente, exhaló un suspiro de molestia e irritación seguido de un golpe hacia la pared de la espaciosa azotea. No era común de el reaccionar de esta manera, sin embargo ya se estaba cansando de toda esa farsa que constaba en aceptar una unión forzada, además de la de hacerse pasar por un militar, lo cual le parecía totalmente irónico si se tomaba en cuenta cuanto él odiaba la política en general.

Ya un poco más calmado se encogió en hombros, como si aceptara el hecho de que no podía hacer nada contra eso y que debía tan solo tener la paciencia suficiente hasta que todo ello acabase y llegara su momento de seguir su propio camino. Descansó su cuerpo sobre la pared rustica y sacó un cigarro de su bolsillo y un encendedor de otro, encendió el pequeño objeto lleno de nicotina que tanto le gustaba. Era increíble como siempre todo lo que resultaba dañino era lo que más solía terminar siendo un vicio, para su suerte el ya no era afectado por ese tipo de cosas.

La puerta de la azotea se entreabrió, Soledad se quedó observando en esa dirección esperando ver quien había osado a interrumpir el único descanso que los del alto mando le encomendaban.