Un dia como todos

Vio como su superior miraba a la joven que acaba de entrar con una sonrisa arrogante y de lado, la sonrisa de siempre...tomo las carpetas y se puso a leerlas. Era para ella costumbre las entrada que la joven hacia en las oficina de su superior y las sonrisas arrogante que este le hacia, sabia que ella le traia nuevas e interesantes sorpresas, como le gustaban a el, en primer lugar para evitar hacer su papeleo.

Vi como la joven se dirigia hacia ella que aun estaba con los hombros y la vista en su trabajo, mirando de reojo a sus compañeros que buscaban escusas para saltear su trabajo tambien, cosa que le molestaba, habia hecho varias miradas de desaprobacion hacia Havoc que seguia moviendo su cigarro de un lado para otro y juguetaba con su pluma para seguir perdiendo tiempo y quejarse de que esto no era para el...

-Teniente segundo Havoc, deje de quejarse, por favor...

Apenas la chica se paro en su escritorio ella se levanto e hizo el saludo militar y bajo su brazo para ponerse firme y mirarla a los ojos, como era su costumbre.

-Buenos dias. Pues, General Von Ludowing, digame en que puedo ayudarla.

Claro, enseguida

Riza asintio y se dirigio al coronel Mustang y con la mano en la frente en forma de saludo, lo miro a los ojos, este, la miro y la rubia comenzo a hablar

Permiso para ausentarme señor

Dijo fuerte y claro, no sabia que le iria a decir la joven pelinegra, pero aun asi como superior debia ir con ella, pero tambien debia excusarse con su propio superior. El hombre con ojos color carbon delante de ella, le hizo una gesto con la mano y le sonrio levemente, ella no correspondio a la sonrisa y solo agradecio el permiso con su mano nuevamente en su frente, se dio media vuelta, y salio detras de la pelinegra para ver que tenia que hablar con ella. Suponia que lo que tuviera que decirle se relacionaba enteramente con su superior y que era lo suficientemente importante para que ella que era solo una teniente estuviera de sobre aviso, lo cual agradecia, porque sin esas informaciones, no podria nunca proteger a su Coronel como era debido. [/color]

Camino con la pelinegra hasta la fuente del cuartel de central, donde Havoc solia y no era secreto citarse con laguna mujeres.
La mujer directamente y sin rodeos comenzo a hablar y ella escuchaba tranquila y atentamente hasta que, le dio lo que parecia y era un informe detallado de lo que el chico era, paso su mirada ambarina por aquella carpeta
examinando cuidadosamente los datos, afiliacion y demas descripcion del joven peliblanco que la chica delante de ella le estaba señalando como posible amenaza. Sus dedos, calmamente y mientras escuchaba a la mujer, pasaban de hoja en hoja, deteniendose aqui y alla, viendo si habia algo que le dijera que podia ser peligroso.
Mientras leia, habia detalles que le llamaban la atencion pero nada demasiado importante para ser tenido en cuenta, no al menos por ahora, con calma estaba por terminar la ultima hoja de los documentos que habia visto como confidenciales en la primera hoja de la carpeta, cuando se quedo subitamente dura con la ultima frase de la pelinegra delante de ella. Suavemente levanto la cabeza y abrio los ojos, pero inmediatamente a ese gesto, volvio a su habitual semblante colecto y tranquilo que solia tener ella en todo momento.
Cerro la carpeta y se la entrego a la joven tomando aire lentamente y sin cambiar su rostro, comenzo a hablar.

Viene de Briggs y podria ser peligroso para mi superior? En su informe no decia si era alquimista...de hecho, si lei bien, la informacion que habia alli, no se sustentaba con un posible ataque, no habia antecedentes en su registro y aun mas, si viene de parte de la General Armstrong dudo que eso sea probable. Con todo respeto, General Von Ludowing, estoy segura que no hay nada por lo que preocuparse.

Dijo esto, sin inmutarse siquiera, tranquila, confiada en sus habilidades y en las de su superior.

Off: no sabia como ponerte, porque no tenias el apellido, Riza jamas llama por su nombre a sus superiores. Y retorico no es sinonimo de retar xD


La pelirubia miro los estallidos de furia de la pelinegra, con algo de extrañeza. Como una alquimista estatal podia ser tan furibunda, con aspecto colecto, suspiro suavemente, comenzando a hablar con una suave voz.

Le pido disculpas si la ofendi, General Von Ludowing. Con respecto a lo que me dijo de este joven alquimista, lo que puedo decir es que jamas pense que usted podia mentir, esta lejos de mi hacerlo y no dudo que no tiene que pedir cuentas a nadie de sus acciones, pero...como sus suposiciones sobre este alquimista son vagas y en el expediente que amablemente me dejo leer, yo supuse que quiza, no habria mucho de que preocuparse. Pero...

Riza vio como su superior, se llevaba la mano a su parche, y caia de rodilla frente a ella, eso hizo que sin dudarlo llamara a la guardia y se acercara a la pelinegra. Inmediatamente le puso una mano cerca a la mujer para que se apoyara en ella, quiza fuera demasiado orgullosa para hacerlo, pero no le iria a negar ayuda a nadie y menos a un superior.

General? General Von Ludowing?...quiere que la llevemos a la enfermeria? O la ayudo a llegar a su oficina, puedo llamar a mi superior si lo desea...Solo digame en que puedo ayudarla...

El pelinegro había estado hablando por teléfono hasta que la teniente Hawkeye hiso su aparición en la oficina. Luego de que él colgara el auricular, la rubia se le acercó para entregarle su papeleo del día. Luego de transcurridos unos minutos desde el suceso recién mencionado, una pelinegra hiso su aparición en la oficina, entrando bruscamente y sosteniendo su espada en mano. Le había dicho que un nuevo chico había ingresado, lanzándole unos papeles, del susodicho, sobre el escritorio.

El pelinegro entrecruzó los dedos y miro los papeles sin despegar su atención en la chica que se encaminaba hacia su teniente. Pidiéndole que le siguiera hasta fuera, la rubia, por su parte, accedió y se dirigió hasta el hombre para pedirle el permiso de salir, éste le hiso un gesto con la mano y le sonrió levemente, a lo que la rubia no correspondió y salió tras la mujer.

Mustang se quedó en la oficina pensando, en un principio, sobre el tema de conversación de las mujeres, ya que, si se requería hablar a solas, no debía ser algo de menor importancia. Luego de un rápido vistazo al informe sobre el chico nuevo, se recargó en su silla suspirando pesadamente. Pero su comodidad fue interrumpida por el alboroto que ocurría afuera, mirando de reojo hacia la puerta decidió levantarse para investigar el porqué de los pasos agitados.

Giro la perilla y salió del lugar, siguiendo a unos oficiales que pasaban a paso rápido. No tuvo que esperar mucho tiempo hasta ver un pequeño grupo de soldados reunidos; allí entre ellos pudo distinguir una cabeza rubia que le hacía familiar.

-¿Qué está sucediendo?- Preguntó mientras se acercaba.

Riza, que había extendido la mano a la pelinegra con el solo animo de ayudarla, vio como esta se retorcía de dolor, le daba algo de pena, porque parecía sufrir mucho. saco su mano inmediatamente, y dejo que algunos de los solados la pusieran en la una camilla, mientras esta gritaba que no necesitaba ayuda, con su siempre rostro colecto hizo una mueca muy leve, mas que nada porque veía como aquella mujer estaba, se irguió lentamente y mordió su labio inferior, quería hacer algo por ella, pero sabia que solo había una cosa por hacer, llevarla a la enfermería y alli que los médicos la atendieran, se acerco a uno de los soldados que estaba alli y le hablo con voz firme. Mientras los otros soldados corrían de una lado a otro, para calmar a la mujer.

Cabo, llame a la enfermería y que vengan los doctores urgentemente.

El joven soldado, hizo el saludo militar y mientras este se iba, escucho detrás de ella una voz demasiado conocida. Era su propio superior que se acercaba a ver el escándalo que la pelinegra estaba haciendo con sus gritos, la mujer era demasiado orgullosa para dejarse ayudar. Giro lo talones, hacia el pelinegro y se acerco a el lentamente, encontrándose a medio camino con el y juntos llegar donde estaba la mujer aun quejándose de sus dolores.

No lo sabemos, Señor...La general Von Ludowing y yo estábamos hablando y de pronto comenzó a sentir dolores, ya le pedí a un soldado que viniera con algún doctor de la enfermería. Paso algo en mi ausencia, Coronel?

La pelirrubia miro a su superior y luego a la mujer que estaba en la camilla, mientras esta adolorida profería insultos a todo aquel que se acercara.

Mustang había llegado, junto con Hawkeye, hasta la mujer que se encontraba recostada en una camilla. Realmente le extrañaba ver como la susodicha se retorcía de dolor y gritaba a causa de los mismos. Ella siempre mantenía un rostro serio que imponía respeto y verla en esa situación no era algo muy agradable o normal.
El pelinegro miraba con detenimiento como la mujer caia en unos leves desmayos, para luego volver a despertarse y seguir gritando y arqueandose.

El jefe de turno se les había acercado para pedir el debido permiso de trasladar a la afectada a la enfermeria, mirandole con sus negros ojos mustang asintió con la cabeza y respondio..

-Llevela de inmediato, no pierda más tiempo- terminando la frase se cruzo de brazos y dirigió la mirada a Hawkeye.

-Teniente, acompañeles hasta la enfermería y quédese allí. Si llegara a suceder algo usted me informará de inmediato-

-Si, señor-

La pelirubia hizo el saludo militar, como siempre acatando la orden de su superior y ayudando a dirigir a los otros soldados a la enfermería para llevar a la mujer
recostada en la camilla y que aullaba de dolor.
No entendia que habia pasado para que ella pudiera estar gritando de la manera que los hacia.
Mientras veia como los dos soldados rasos entraban a la mujer al cuartel, camino lentamente con ellos. Miro de reojo a su coronel y lo vio mientras observaba la situacion y le dirigia una mirada a ella de vuelta. Suspiro y pestaneo a esa mirada significativa de el, quien ahora estaba parado solo en el lugar donde habia pasado todo.
Riza solo susurro

-Espero que termine su papeleo, señor...-